El poder de una sonrisa

Sí, lo sé, es una de las frases más trilladas de la historia, pero en este caso no hablaré de eso con fines altruistas ni mucho menos.

Entre una de las cosas que siempre le envidiamos a mi amiga Bea, era su facilidad por conseguir, además de los chicos más guapos, descuentos, chupe gratis, ayuda para cargar las compras y una interminable lista de regalos y demás beneficios (como que hasta en un vuelo, el oficial se hiciera de la vista gorda ante un evidente exceso de equipaje)...y cuando le preguntábamos cómo le hacía, ella decía que simplemente hacía su mejor sonrisa y solito todo llegaba, sin esfuerzo alguno.

La verdad, aunque trato de ser amigable, debo aceptar que, por diversas razones, no soy muy dada a sonreirle a extraños y que entre otras cosas, me choca utilizar ese tipo de "encantos femeninos" para obtener las cosas fáciles...pero después de que este mes me tocó pagar doble renta, depósito, cuota de la universidad y demás, cuando la luz de mi bici dejó de funcionar (y ya no podía esperar más para llevarla a arreglar), decidí aplicar la "técnica Bea"...digo, ¿ya qué más podía perder?, de perdis conseguiría buen servicio, je je, así que antes de preguntarle nada al encargado del taller de reparación, le hice mi mejor sonrisa posible...

¿Los resultados? servicio rápido y eficiente, luz que funciona y...todo eso sin pagar nada (y eso que sí intenté pagar).