Siempre que me preguntan si hago ejercicio o que si me gusta salir a correr, yo contesto con el (mal) chiste de que yo sólo corro cuando tengo que alcanzar el tranvía (o tren o autobús)...aunque he de aceptar que últimamente he optado más por abusar un poco de la tolerancia de mi jefa a que llegue más tarde o, en casos extremos, tomar un (muy caro) taxi...
Sí, ya sé que si saliera cinco o dos minutos más temprano, no tendría que estar corriendo, pero alguna fuerza superior hace que en el último momento me tenga que regresar a apagar la luz, o por el paraguas...o que la chapa de la puerta a las escaleras se quede en mi mano por jalarla con prisas y me tarde en volver a colocarla en su lugar para poder abrir...
Al final, lo más frustrante es cuando, aún a pesar de mis intentos, veo como el medio de transporte en cuestión se va lentamente estando yo a 3 pasos o que, por más fuerte que apriete el botón, la puerta no se abre porque ya la bloqueó el conductor e inmediatamente comienza a avanzar...
Además, me he dado cuenta que existe un obstáculo extra que se interpone en mi camino hacia la puntualidad alemana...y mi oficina: los dos semáforos consecutivos justo una calle antes de llegar a la parada. Al estar tan cerca uno de otro, por supuesto que no están sincronizados e invariablemente sucede que, si no me cruzo uno de los dos en rojo, ni siquiera vale la pena tratar de alcanzar el tranvía y más me vale traer un libro para aligerar la espera...como hoy...